En el mundo de los animales
vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que
ella era la más veloz y se burlaba de ello ante la lentitud de la tortuga.
- ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar
a tu meta! Decía la liebre riéndose de la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió
hacerle una inusual apuesta a la liebre:
- Estoy segura de poder ganarte una
carrera.
- ¿A mí? Preguntó asombrada la
liebre.
- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga.
Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy engreída, aceptó la
apuesta.
Así que todos los animales se
reunieron para presenciar la carrera. El búho señaló los puntos de partida y de
llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en medio de la incredulidad de
los asistentes.
Astuta
y muy confiada en si misma, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se
quedó haciendo burla de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a
la tortuga que caminaba despacio, pero sin parar. Sólo se detuvo a mitad del
camino ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso a descansar antes de
concluir la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió
caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse.
Cuando
la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta
distancia de la meta. En un sobresalto, salió corriendo con todas sus fuerzas,
pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había alcanzado la meta y ganado la
carrera!
Ese
día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que
burlarse jamás de los demás. También aprendió que el exceso de confianza es
un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos. Y que nadie, absolutamente
nadie, es mejor que nadie.
En este blog público un cuento educativo, reflexivo. Esperando que sea de su agrado.Aquí les dejo el enlace para que puedan ver junto a sus niños.
LA LIEBRE Y LA TORTUGA
ATENTAMENTE:
Juan Manuel Rojas Sanchez
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